sábado, 29 de marzo de 2014

GRANDES ESPERANZAS, CHARLES DICKENS

Autor destacado por la crítica social de sus obras, para mí en este caso Dickens deja un poco de lado el reflejo de la sociedad londinense de su época para presentarnos mediante sus personajes ciertas inquietudes del ser humano que, si bien están fuertemente motivadas por sus condiciones vitales y las circunstancias propias de la clase a la que pertenecen, no dependen tanto del entorno, sino de sus rasgos psicológicos y la manera de afrontar su realidad.
El protagonista de la historia es Pip, huérfano de padres, criado por su autoriataria hermana y el bondadoso marido de ésta. El chico está resignado a la vida pobre de aprendiz de herrero que le ha tocado, hasta que conoce a Estella en casa de la Señorita Havisham. El capricho de la vieja señora por tener su compañía y la de Estella lo introducen en un  mundo al que no pertenece y que lo separará del amor que siente por la hermosa y distinguida jovencita ahijada de la señorita Havisham. Un desconocido bienhechor se hace cargo de la educación de Pip para convertirlo en un auténtico caballero. El protagonista construye su vida en torno a esta oportunidad, porque cree que le hará digno del amor de Estella. Todos los deseos de Pip se truncan al descubrir que no es la Señorita Havisham quien lo ha protegido todos estos años con la intención de que un día contraiga matrimonio con su ahijada, sino un prófugo de la justicia al que él ayudó cuando niño.
Las “grandes esperanzas” de todos los personajes centrales se van desmoronando a lo largo de la obra. La Señorita Havisham enloquece durante su juventud, cuando su prometido la deja el día de la boda después de haberla estafado. Al ser presa de este engaño, la mujer consagra su vida a educar a Estella como una mujer insensible al amor, criada para atraer a los hombres con su belleza y destrozar sus corazones. Cuando la anciana se da cuenta del daño que ha causado tanto en Pip como en Estella suplica perdón y no tarda en morir, ya que su vida ha dejado de tener un propósito.
 Estella es un personaje marcado por su educación. Ella misma reconoce la ausencia de sentimientos en su corazón, porque ha sido criada para no sentir ningún tipo de afecto. A pesar de que Pip le declara su amor, decide escoger como marido a otro pretendiente, aunque sabe que es un mal hombre. En el fondo, no carece de sentimientos como ella piensa, puesto que a pesar de que es consciente de que Pip podría ofrecerle la oportunidad de conocer el amor, elige a cualquier otro de sus admiradores para no hacerle daño. De entre ellos escoge al peor de todos ellos. Es una manera que tiene el personaje de castigarse a sí mismo.
El presidiario que a lo largo de casi toda la novela recibe el nombre de Provis cifra sus esperanzas en convertir a Pip en un caballero, y que el muchacho se convierta en un reflejo de todo lo que él jamás llegó a ser. Pip es el elegido por ser la única persona que le ha tendido la mano en toda su vida de manera desinteresada, si bien presa de un temor infantil. Provis es capturado tras haber violado la prohibición de no regresar a Inglaterra y, herido de muerte, ve el fin de sus días en la cárcel. Sin embrago, es el único personaje que abandona este mundo creyendo que sus deseos han sido satisfechos, ya que piensa que su protegido heredará su fortuna cuando muera.
Finalmente, Pip es el personaje más azotado por el incumplimiento de sus esperanzas. Construye su nueva vida en torno a unas suposiciones que no son ciertas. Al pensar que su misteriosa protectora es la Señorita Havisham, cree también que ésta lo ayuda para alcanzar el nivel social de Estella y que puedan casarse. Cuando descubre que todo se lo debe a aquel prófugo al que ayudó cuando niño toda su vida deja de tener sentido: Estella nunca será suya. Por si la pérdida de su amor desde la infancia fuera poco, se da cuenta de que no pertenece al mundo humilde en el que se crió, pero convertirse en un caballero es ya imposible. Después de una enfermedad en la que descubre que solo Joe (el viudo de su hermana) ha estado a su lado, es consciente de que nunca debió salir de su vieja casa, y que las personas a las que quiere tener cerca no son otras que Joe y Biddy, la criada que atendía a su hermana cuando estaba enferma. Dispuesto a pedirle matrimonio a Biddy, llega al pueblo el día en que ésta acaba de casarse con Joe. Su única solución será marcharse al extranjero con su amigo Herbert.
La novela tiene dos finales. Apareció publicada con el que Dickens escribió en segundo lugar. Su editor y amigo le aconsejó que la historia debía concluir con un final abierto a la esperanza. Tras varios años en el extranjero, Pip regresa y conoce al hijo de Joe y Biddy. Se acerca por última vez a la casa de la Señorita Havisham. Entre las ruinas que aún se conservan encuentra a Estella, y parece que ambos personajes construirán una nueva vida sobre las ruinas de la vieja mansión y de sus propios pasados. Sin embargo, el primigenio desenlace que Dickens le dio a la historia me parece más acertado. Pip regresa tras varios años y encuentra a Estella, que ha vuelto a casarse. Ella cree que el niño que pasea junto a Pip por la calle es el hijo de éste, y no el de Joe. En ambos finales Estella ha logrado apartar con su experiencia a la mujer insensible y carente de corazón en que la convirtieron las circunstancias, pero originariamente Dickens decidió que el destino juntara a los personajes por unos brevísimos instantes antes de retomar sus vidas, modificadas pero a la vez marcadas por el pasado. Este desenlace, más realista, permite a los protagonistas resurgir de sus propias cenizas y forjar un futuro diferente. Sin embargo, la huella del pasado no desaparece. Por eso Estella y Pip no pueden olvidarlo todo y comenzar de nuevo juntos. Tendrán que hacerlo por separado, reconstruirse a ellos mismos a partir de las experiencias vividas y de sus grandes esperanzas rotas.