Autor
destacado por la crítica social de sus obras, para mí en este caso Dickens deja
un poco de lado el reflejo de la sociedad londinense de su época para
presentarnos mediante sus personajes ciertas inquietudes del ser humano que, si
bien están fuertemente motivadas por sus condiciones vitales y las
circunstancias propias de la clase a la que pertenecen, no dependen tanto del
entorno, sino de sus rasgos psicológicos y la manera de afrontar su realidad.
El
protagonista de la historia es Pip, huérfano de padres, criado por su
autoriataria hermana y el bondadoso marido de ésta. El chico está resignado a
la vida pobre de aprendiz de herrero que le ha tocado, hasta que conoce a
Estella en casa de la Señorita Havisham. El capricho de la vieja señora por
tener su compañía y la de Estella lo introducen en un mundo al que no pertenece y que lo separará
del amor que siente por la hermosa y distinguida jovencita ahijada de la
señorita Havisham. Un desconocido bienhechor se hace cargo de la educación de
Pip para convertirlo en un auténtico caballero. El protagonista construye su
vida en torno a esta oportunidad, porque cree que le hará digno del amor de
Estella. Todos los deseos de Pip se truncan al descubrir que no es la Señorita
Havisham quien lo ha protegido todos estos años con la intención de que un día
contraiga matrimonio con su ahijada, sino un prófugo de la justicia al que él
ayudó cuando niño.
Las “grandes
esperanzas” de todos los personajes centrales se van desmoronando a lo largo de
la obra. La Señorita Havisham enloquece durante su juventud, cuando su
prometido la deja el día de la boda después de haberla estafado. Al ser presa
de este engaño, la mujer consagra su vida a educar a Estella como una mujer
insensible al amor, criada para atraer a los hombres con su belleza y destrozar
sus corazones. Cuando la anciana se da cuenta del daño que ha causado tanto en
Pip como en Estella suplica perdón y no tarda en morir, ya que su vida ha
dejado de tener un propósito.
Estella es un personaje marcado por su
educación. Ella misma reconoce la ausencia de sentimientos en su corazón,
porque ha sido criada para no sentir ningún tipo de afecto. A pesar de que Pip
le declara su amor, decide escoger como marido a otro pretendiente, aunque sabe
que es un mal hombre. En el fondo, no carece de sentimientos como ella piensa,
puesto que a pesar de que es consciente de que Pip podría ofrecerle la
oportunidad de conocer el amor, elige a cualquier otro de sus admiradores para
no hacerle daño. De entre ellos escoge al peor de todos ellos. Es una manera
que tiene el personaje de castigarse a sí mismo.
El presidiario
que a lo largo de casi toda la novela recibe el nombre de Provis cifra sus
esperanzas en convertir a Pip en un caballero, y que el muchacho se convierta
en un reflejo de todo lo que él jamás llegó a ser. Pip es el elegido por ser la
única persona que le ha tendido la mano en toda su vida de manera
desinteresada, si bien presa de un temor infantil. Provis es capturado tras
haber violado la prohibición de no regresar a Inglaterra y, herido de muerte,
ve el fin de sus días en la cárcel. Sin embrago, es el único personaje que
abandona este mundo creyendo que sus deseos han sido satisfechos, ya que piensa
que su protegido heredará su fortuna cuando muera.
Finalmente,
Pip es el personaje más azotado por el incumplimiento de sus esperanzas.
Construye su nueva vida en torno a unas suposiciones que no son ciertas. Al
pensar que su misteriosa protectora es la Señorita Havisham, cree también que
ésta lo ayuda para alcanzar el nivel social de Estella y que puedan casarse.
Cuando descubre que todo se lo debe a aquel prófugo al que ayudó cuando niño
toda su vida deja de tener sentido: Estella nunca será suya. Por si la pérdida
de su amor desde la infancia fuera poco, se da cuenta de que no pertenece al
mundo humilde en el que se crió, pero convertirse en un caballero es ya
imposible. Después de una enfermedad en la que descubre que solo Joe (el viudo
de su hermana) ha estado a su lado, es consciente de que nunca debió salir de
su vieja casa, y que las personas a las que quiere tener cerca no son otras que
Joe y Biddy, la criada que atendía a su hermana cuando estaba enferma.
Dispuesto a pedirle matrimonio a Biddy, llega al pueblo el día en que ésta
acaba de casarse con Joe. Su única solución será marcharse al extranjero con su
amigo Herbert.
La novela
tiene dos finales. Apareció publicada con el que Dickens escribió en segundo
lugar. Su editor y amigo le aconsejó que la historia debía concluir con un
final abierto a la esperanza. Tras varios años en el extranjero, Pip regresa y
conoce al hijo de Joe y Biddy. Se acerca por última vez a la casa de la
Señorita Havisham. Entre las ruinas que aún se conservan encuentra a Estella, y
parece que ambos personajes construirán una nueva vida sobre las ruinas de la
vieja mansión y de sus propios pasados. Sin embargo, el primigenio desenlace
que Dickens le dio a la historia me parece más acertado. Pip regresa tras
varios años y encuentra a Estella, que ha vuelto a casarse. Ella cree que el
niño que pasea junto a Pip por la calle es el hijo de éste, y no el de Joe. En
ambos finales Estella ha logrado apartar con su experiencia a la mujer
insensible y carente de corazón en que la convirtieron las circunstancias, pero
originariamente Dickens decidió que el destino juntara a los personajes por
unos brevísimos instantes antes de retomar sus vidas, modificadas pero a la vez
marcadas por el pasado. Este desenlace, más realista, permite a los
protagonistas resurgir de sus propias cenizas y forjar un futuro diferente. Sin
embargo, la huella del pasado no desaparece. Por eso Estella y Pip no pueden
olvidarlo todo y comenzar de nuevo juntos. Tendrán que hacerlo por separado,
reconstruirse a ellos mismos a partir de las experiencias vividas y de sus
grandes esperanzas rotas.
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